La Asociación Murciana de la Empresa Familiar (AMEFMUR) asistió ayer a la Asamblea de Socios organizada por el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) en Madrid. En concreto, al acto, acudieron nuestro presidente y directora, José María Tortosa y Paqui Martínez, respectivamente. Ambos estuvieron acompañados del resto de presidentes y directores de la red nacional de las Asociaciones Territoriales de la Empresa Familiar junto a socios del IEF.

A continuación, os dejamos el discurso del presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF)Andrés Sendagorta, quien fue el encargado de clausurar el evento:

Queridos socios, queridos presidentes de Asociaciones Territoriales, amigos todos,

Nos reunimos hoy para celebrar nuestra Asamblea anual de Socios cuando se cumple ya el primer año de mi mandato.

En estos meses hemos trabajado, y lo seguimos haciendo, entre otras cosas, en iniciativas relacionadas con la comunicación en sus diferentes aspectos, con la cultura y con una mayor proximidad con las Asociaciones Territoriales.

Pero quizás sea más interesante poner el énfasis en lo que nos queda por hacer en el curso presente y hasta la celebración de nuestra Asamblea del año 2024.

La sociedad española está enviando mensajes muy claros de lo que necesita y lo que le preocupa; las empresas familiares debemos dar respuesta a esas demandas que, en definitiva, coinciden con nuestras propias necesidades.

Vivimos días de mucho ruido de fondo. Ruido, que se suma al que es habitual en periodos preelectorales. Un ruido que polariza y crea enfrentamientos estériles. Los empresarios familiares no somos el enemigo de nadie y somos muy conscientes del papel esencial que nos corresponde en nuestro modelo de sociedad. Nuestra contribución a la mejora de los problemas se basa más, en el trabajo, la reflexión y el empeño en construir un futuro mejor para todos, y menos, en discusiones que en el mejor de los casos nos distraen de nuestra actividad en un momento de cambios trepidantes y grandes oportunidades. Todo ello a la vez que, curiosa paradoja, nuestra sociedad retrocede en prosperidad, en indicadores de bienestar social y en convergencia de rentas con Europa.

Inflación, tensiones geopolíticas, crisis en la cadena de suministros, tipos de interés al alza, son circunstancias duras con las que tendremos que convivir y que solo superaremos con el consenso y el esfuerzo de todos.

Pienso que muchos coincidimos en que en España el desempleo es un problema central que marca no sólo nuestra economía, sino también muchos de los problemas de nuestra sociedad. El desempleo es fuente de desigualdades y de falta de expectativas para muchos españoles. Adicionalmente, esta circunstancia merece una reflexión profunda, porque necesitamos recuperar la noción del trabajo como eje dignificador de la persona y de nuestra vida en sociedad.

Nuestra libertad y nuestra dignidad como personas van íntimamente ligadas a nuestra capacidad de contribuir al bienestar social con nuestro trabajo. Si renunciamos a ese vínculo entre individuo y sociedad basado en el esfuerzo y en el trabajo, nos abocamos a escenarios lejanos del modelo de sociedad que nos hemos dado.

Asistimos a la constatación, aparentemente contradictoria, de que con las cifras de desempleo más altas de nuestro entorno, nuestras empresas tienen dificultades extraordinarias para cubrir necesidades de personal en todo el abanico de la cadena productiva. No hay un solo sector de actividad que no se vea afectado por este problema. No se trata solo de la dificultad de encontrar ingenieros aeroespaciales. Que también. Tenemos ejemplos reales y recientes de iniciativas para formar conductores para el transporte en Marruecos o en Polonia por la imposibilidad de cubrir esas necesidades en nuestro país. Este es un problema que afecta a todos los sectores y a todos los niveles de cualificación.

Si combinamos esta situación con un índice de natalidad demoledor llegamos a la conclusión de que este problema ha llegado para quedarse. Esta cuestión me preocupa desde una triple perspectiva.

Primero porque, es incuestionable que las empresas necesitamos el mejor talento posible para competir, evolucionar y progresar. Segundo porque desde el otro lado de la ecuación los españoles y, en particular, nuestros jóvenes, en gran número, están privados de la oportunidad, de la ilusión de una carrera profesional estimulante y plena, que les permita crecer como personas. Y tercero porque, acercándome a la razón que nos une en el IEF, debemos plantearnos cómo hacer de nuestra condición de empresa familiar algo en sí mismo atractivo a la hora de atraer a nuestras empresas a personas valiosas.

Todo ello está íntimamente relacionado al diferencial entre lo que conocen nuestros jóvenes y los conocimientos que demandan los puestos de trabajo que hemos de cubrir en nuestras empresas. ¿Para cuándo una reflexión serena y profunda primero, y una acción decidida después, para corregir nuestro ya endémicamente deficiente sistema educativo?

Desde nuestras empresas hacemos esfuerzos e impulsamos iniciativas para fomentar y mejorar la formación dual y la formación profesional, pero no es suficiente. Es necesario y urgente un gran consenso político y social que aborde este problema.

La principal ventaja competitiva de España y de los países de nuestro entorno, debe ser la capacidad y el talento de nuestra gente, más aún, cuando nos asomamos a nuevos retos como la digitalización, la Inteligencia Artificial o la robotización.

Nuestros jóvenes tienen que saber que hay un futuro esperándoles en nuestras empresas, un futuro estimulante que permitirá su desarrollo profesional y vital, pero ese futuro está forzosamente ligado a una formación adecuada que satisfaga las necesidades de las empresas de hoy. Por nuestra parte, también tenemos que estar muy atentos a remunerar adecuadamente a nuestras personas, manteniendo al mismo tiempo la competitividad de las empresas.

Cualquier solución pasa por aceptar una premisa esencial: nuestras empresas, para continuar, para avanzar, necesitan ser viables y competitivas. Por eso, la productividad, la eficiencia y el compromiso deben ser ejes centrales del debate por parte de todos.

Hace un año, en este mismo Foro formulábamos propósitos y peticiones; permitirme que las repita porque un año después, ante el clima generado los últimos meses, son si cabe más actuales:

Decíamos hace un año: “Es mi propósito como presidente del IEF, defender ante todos los poderes públicos, centrales, autonómicos y locales, la importancia de preservar nuestro acervo empresarial. La importancia para España de tener empresas familiares potentes. No pedimos favores, ni queremos privilegios. Sólo pedimos que se nos escuche, que seamos tenidos en cuenta y se nos permita competir en el mundo, sin lastres ni desventajas.

Pedimos que todos, empresarios, empleados, sociedad civil, ayuntamientos, gobiernos autonómicos y gobierno central, seamos unánimes en el empeño compartido de hacer posible el crecimiento, el progreso y la continuidad de las Empresas Familiares como muestra y expresión del progreso, la vertebración y la prosperidad nacional”.

Pues bien. Hoy seguimos diciendo lo mismo porque estamos convencidos de que tenemos por delante un futuro brillante y queremos que todos cuantos forman parte de nuestros proyectos se beneficien de esa prosperidad, pero para eso debemos recuperar un clima de aventura compartida, de proyecto común. Afirmaciones recientes de algunas personas del Gobierno no van precisamente en ese sentido.

Como aprendimos de los fundadores de nuestras empresas, todas nuestras acciones, desde la educación en valores, hasta la consideración a colaboradores y empleados, pasando por la prudencia financiera y la visión a largo plazo, son herramientas al servicio de un objetivo tan actual como lo era entonces y que no es otro que contribuir a la prosperidad de nuestra sociedad.

Para terminar, permitirme volver un poco la mirada hacia el interior.

Más allá de reflexiones generales, las empresas familiares, por pura coherencia, debemos ser vigilantes fomentando de forma concreta entornos en los que se contemple la conciliación entre el trabajo y la vida familiar. Esa debería ser una de nuestras aportaciones diferenciales respecto de otras empresas y muestra de una sostenibilidad coherente y bien entendida.

Adicionalmente, insistimos en la importancia de trabajar permanentemente los aspectos relacionados con la gobernanza familiar y empresarial. Sabemos que nuestra mayor amenaza está más relacionada con este tema que con la coyuntura económica o de los mercados en los que operamos. Os animo a dedicarle a este tema esfuerzo, tiempo, y tratándose de nuestras familias diría que hasta cariño, para conseguir ese equilibrio necesario que haga posible la proyección de nuestras empresas hacia el futuro.

Quiero agradecer a los presidentes y directores de las Asociaciones Territoriales vuestra permanente sintonía y colaboración. También vuestra cercanía invitándome a vuestras Asambleas y eventos anuales. Al Fórum de los jóvenes, os agradezco que seáis para mí un recordatorio permanente de que debemos avanzar un poco más rápido en algunas cosas. Patricia, os animo a que sigáis insistiendo, porque ser un petrolero tiene muchas ventajas, pero el cambio rápido de rumbo no está entre ellas.

Quiero agradecer a la Junta Directiva vuestra confianza y vuestra dedicación desinteresada y comprometida a lo largo de este año.

Hoy damos la bienvenida a la Junta Directiva a Ramón Alejandro, presidente de SAICA. Estoy seguro de que Ramón nos aportará su experiencia y buen hacer. Bienvenido, Ramón.

Hoy en la Junta Directiva también decimos hasta luego a Ignacio Osborne; y decimos hasta luego y no adiós por tres razones; la primera porque odio las despedidas, y más si es de personas como Ignacio, la segunda porque Ignacio sigue siendo miembro de la Comisión Institucional y la tercera porque como amigo, como hasta ahora, le seguiré pidiendo consejo y opinión. Muchas gracias, Ignacio.

Termino agradeciendo el gran trabajo realizado a lo largo del año por el equipo del Instituto liderado por José Luis Blanco.

Y a todos los socios os agradezco vuestra confianza y vuestra presencia hoy aquí. Espero veros en octubre en el Congreso de Bilbao que ya estamos preparando con ilusión.

Muchas gracias.